sábado, agosto 02, 2025

Félix Maraña

 Gloria de Soria

Porque Soria está que arde,
y la poesía hierve,
para cualquiera que observe
que poesía y memoria
es lo que pone en la gloria
a la ciudad de Machado.
Una gloria que le ha dado
don Antonio a la ciudad.
Una gloria de verdad,
de un poeta enamorado.
A la hora de entregar
y Machado se entregaba,
por eso murió sin nada,
y nos dio para heredar,
poesía para arar
nuevos Campos de Castilla.
Versos pura maravilla,
declaraciones de amor.
No hay un poeta mayor
ni lírica más sencilla.
Así presume esta villa
y lo canta con esmero,
mientras invariable el Duero,
sobre su base de arcilla
discurre de orilla a orilla,
espantando la mortaja.
¿Cómo es que ya nadie baja
a recoger tus estrofas?
¿Cómo discurren las hojas
que el otoño resquebraja?



Rafa Mora

 PUENTES

La sordidez del mundo y su espejismo.
El espejo,
su dualidad
y esta ceguera emocional no transitoria.
Y a lo lejos, siempre
en el horizonte,
el mar y la vida.
Así construyo yo mis puentes,
con barro de tristeza y luz esperanzada.
Feliz noche



Daniel Divinsky

 Murió Daniel Divinsky, el señor de los libros

El creador de Ediciones de la Flor, la editorial que publicó a Mafalda, ocupa un lugar central en la historia cultural argentina. 

El señor de los libros, un editor tan curioso como afectuoso con los autores que publicó, murió a los 83 años. Daniel Divinsky ocupa un lugar central en la historia cultural argentina con Ediciones de la Flor, editorial que publicó Mafalda, de Quino, que llegó a tener tiradas iniciales de doscientos mil ejemplares, una cifra que hoy resulta increíble, pero que ilustra el fenómeno que generó la protagonista principal de la historieta. Rodolfo Walsh, John Berger, Griselda Gambaro, Umberto Eco, Vinicius de Moraes, José Lezama Lima, Rodolfo Fogwill, Martín Caparrós, Daniel Guebel, Roberto Fontanarrosa, Liniers, Rep, Caloi y Maitena, entre tantos otros, formaron parte de un catálogo ecléctico.

Divinsky, que nació el 1° de abril de 1942, tuvo una enfermedad renal que lo obligó a permanecer en cama. Las tías de ese niño de cinco años le enseñaron a leer y alentaron una precocidad excepcional porque rindió exámenes libres en la escuela y logró ingresar a la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires con sólo quince años. A los veinte obtuvo el título de abogado con diploma de honor. Para él la carrera de derecho era una suerte de “vaciadero” de la gente sin vocación. El camino hacia la edición fue en paralelo con el ejercicio de la abogacía. El joven colaboró en una revista universitaria, después tuvo a su cargo la dirección de una colección del centro de estudiantes y conoció a Jorge Álvarez, un editor clave en los años 60.

Detrás del nombre del sello emblemático, hay una historia. En 1966 Divinsky junto a su socio Oscar Finkelberg y Álvarez decidieron incursionar en el mundo editorial. La escritora y periodista Pirí Lugones, la nieta del poeta Leopoldo Lugones, desaparecida durante la dictadura cívico militar, exclamó: “¡Flor de editorial quieren hacer!”. El primer libro de Ediciones de la Flor se publicó en 1967, la antología Buenos Aires, de la fundación a la angustia, con relatos de Julio Cortázar, Rodolfo Walsh y David Viñas. En 1970 se sumó Ana Maria “Kuki” Miler a la editorial, el mismo año en que se publicó la primera historieta de Mafalda. 

Los dos editores “Kuki” y Daniel estuvieron presos, a disposición del Poder Ejecutivo, un poco más de cuatro meses, durante la dictadura cívico militar, por la publicación del libro Cinco dedos, de la colección Libros para niños de Berlín. La tapa del libro, con un puño en alto, fue interpretada como “subversiva”. Otro libro prohibido de Ediciones de la Flor fue Ganarse la muerte, de Griselda Gambaro. Nota aquí.



Bar La Academia

 Cafetines de Buenos Aires: el bar La Academia mudó sus juegos y sus fantasmas al local de un restaurante histórico

Fue inaugurado en 1930 sobre la avenida Callao. Este año cambió de dirección. Ahora ocupa el local que dejó libre el mítico Pippo sobre la calle Montevideo, en el centro porteño. La historia de los dueños ligados a la bailanta.

En anteriores relatos mencioné la cantidad de cafés y bares que abrieron en 1930. Todos muy próximos y aún en funciones: Los Galgos, Almacén Lavalle, La Giralda y La Academia. Hoy vengo por este último. Para contar su historia, dar cuenta de su reciente mudanza y, no voy a negarlo, saber de Borges.

El Bar La Academia no es ni será el primer café que cambia de domicilio. Entre los que siguen abiertos podemos nombrar al Gran Café Tortoni, Los 36 Billares y el Bárbaro. La Academia funcionó durante 95 años en Callao 368. No obtuve datos sobre quiénes fueron los socios fundadores. Sí que su denominación respondió a la proximidad de escuelas y casas de altos estudios en la zona. La otra certeza es que, para 1976, Luis López, un inmigrante oriundo de Lugo, terminó de comprar al grupo societario la totalidad del fondo de comercio. Me detengo para poner el acento en las dos fechas mencionadas. Dan cuenta de coraje, desafío histórico e instinto de supervivencia de una sociedad. El Bar La Academia se fundó en 1930. Y la última familia dueña lo compró en 1976. Sin más.

La mudanza de un clásico

Hoy La Academia se mudó a Montevideo 341, el lugar que hasta la pandemia ocupó el restaurante Pippo. La visité para charlar con Roberto López, su dueño. Roberto y Sebastián López son hijo y nieto respectivamente de Luis López, el gallego oriundo de Lugo que llegó a Buenos Aires en 1946 para emplearse en gastronomía y terminó adquiriendo todos los puntitos del bar. Antes de la compra, don Luis fue dueño de Karim y Gong. También tuvo dos bailantas y fue uno de los primeros que confió en Rodrigo y le dio la oportunidad de cantar con su movida cuartetera.

La familia López viene de una tradición de largas jornadas de trabajo de sol a sol, más todas sus noches. Le pregunté a Roberto los motivos de la mudanza. La respuesta tuvo sus ramificaciones. En primer lugar, porque se venció el contrato de alquiler y los propietarios del local de Callao le exigieron, a su cliente de cincuenta años de relación, un aumento desconsiderado. También es cierto que la afluencia de público a La Academia de Callao había decaído mucho y, como consecuencia, era un riesgo muy alto comprometerse a cumplir con las nuevas condiciones contractuales. Nota aquí.






Ramón Serrano

 CANTO DEL SILENCIO

¡Qué lejos quedaron los cencerros!
¡Qué lejos el vuelo de las campanas
la rueda de carro
el vigoroso bosque de silencio!
¿dónde están las blancas velas de lo cierto?
ahí están las acacias de enfrente
aguardan acompañarme donde las cruces oxidadas sin tiempo
los enraizados pinos siembran espantos en vez de anhelos
el mar es una eternidad de gotas
el celaje es el sueño de un pintor de soledades
donde la fuente mana para nadie
como los trinos del jilguero
cantan para el absurdo silencio
no esperéis al invitado
Godot está entretenido jugando a los dados
allí donde el silencio es fuego y frío
y el espacio es absoluto
oscuro silencio de desasosiegos.



Félix Maraña

 Las arrecogidas de Santa María Egipciaca

Estas monjas que caminan,
ex monjas en procesión,
quieren lograr el perdón
ahora que las examinan
los jueces y no escatiman
lloriqueos efectivos
buscando curas festivos,
que les procuren la meta,
seguir cabreando a Izeta
por este y otros motivos.
Mié usté, señoa juez,
nosotras sólo queremos
que nos den lo que tenemos,
por cuantos rezos y prez,
por nuestra santa vejez
hemos elevado al cielo.
Algo de mimo y consuelo
para seguir trajinando,
rogando y el mazo dando,
como decía el abuelo.
Con la conciencia tranquila
van hacia el patibulario,
rezando acaso el rosario
y oraciones de concilia,
como si fuera vigilia,
para que sintamos pena.
Van a la última cena
previa a la condenación,
pues no merecen perdón
sino una dura condena.
Santa María Egipciaca,
ermitaño del desierto
intervendrá en el entuerto,
pues de su fervor destaca
una virtud elegiaca,
acogedora y sincera.
Casquivana en su primera
juventud se arrepintió,
dejó el pecado y vivió
ejerciendo de enfermera.