De sonrisa franca y brazos siempre abiertos, Candelaria y Herman andan por la vida con una meta contundente: cumplir su sueño. Se subieron a un auto -y vale la aclaración: a un Graham-Paige modelo 1928-, y se largaron a la ruta desde Buenos Aires. Llegaron a Alaska, volvieron a la Argentina. Y ahora están de regreso, en la capital de Estados Unidos, preparándose para su siguiente destino: ¡Asia! .
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