"¡Que se vayan al carajo todos los dictadores!"
En el hotel en el que se hospeda en Madrid, los empleados le tratan como a un familiar querido. Y en la calle una chica le dedica una gran sonrisa mientras dos hombres trajeados se paran a saludarle. "Bebo Valdés, a sus órdenes", les dice él.
Leer nota.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario