El último torero flamenco.
Hasta Italia, vía web, llega la emoción olvidada del toreo. Las verónicas por alegrías, la hondura de ese trincherazo que es ya mítico, la impavidez de los primeros pases, esa forma de vaciar los naturales a la altura del tobillo, el volapié dejando el pecho entre las astas, la elegancia del bailaor caminando hacia el tercio al final de la faena. Leer nota.
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