lunes, julio 21, 2008

Sabina,Garcia Montero y Pacheco


José Emilio Pacheco, Joaquín Sabina y Luis García Montero ofrecieron recital multitudinario en Gijón.
La multitud expresaba su impaciencia, mientras los tres reían ansiosos por apoderarse de la palabra. Fue una noche memorable que los unió a través de la poesía en la carpa del encuentro de la Semana Negra.
Al salir al escenario, la ovación fue tan cerrada y prolongada que Paco Ignacio Taibo II intentó inútilmente calmar los ímpetus de una multitud recompensada desde el principio: “Lo menos que puedo hacer por ustedes –intervino Pacheco visiblemente conmovido– es leerles cosas que no han sido publicadas”. Leer nota.

1 comentario:

  1. Anónimo1:14 p.m.

    A QUIEN PUEDA INTERESAR

    Que otros hagan aún
    el gran poema
    los libros unitarios
    las rotundas
    obras que sean espejo
    de armonía

    A mí sólo me importa
    el testimonio
    del momento que pasa
    las palabras
    que dicta en su fluir
    el tiempo en vuelo

    La poesía que busco
    es como un diario
    en donde no hay proyecto ni medida




    ALTA TRAICIÓN

    No amo mi patria.
    Su fulgor abstracto
    es inasible.
    Pero (aunque suene mal)
    daría la vida
    por diez lugares suyos,
    cierta gente,
    puertos, bosques de pinos,
    fortalezas,
    una ciudad deshecha,
    gris, monstruosa,
    varias figuras de su historia,
    montañas
    -y tres o cuatro ríos.



    MEMORIA

    No tomes muy en serio
    lo que te dice la memoria.

    A lo mejor no hubo esa tarde.
    Quizá todo fue autoengaño.
    La gran pasión
    sólo existió en tu deseo.

    Quién te dice que no te está contando ficciones
    para alargar la prórroga del fin
    y sugerir que todo esto
    tuvo al menos algún sentido.

    PRESENCIA

    ¿Qué va a quedar de mí cuando me muera
    sino esta llave ilesa de agonía,
    estas pocas palabras con que el día,
    dejó cenizas de su sombra fiera?

    ¿Qué va a quedar de mí cuando me hiera
    esa daga final? Acaso mía
    será la noche fúnebre y vacía
    que vuelva a ser de pronto primavera.

    No quedará el trabajo, ni la pena
    de creer y de amar. El tiempo abierto,
    semejante a los mares y al desierto,

    ha de borrar de la confusa arena
    todo lo que me salva o encadena.
    Más si alguien vive yo estaré despierto.

    JOSE EMILIO PACHECO.


    http://amediavoz.com/pacheco.htm

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