“El dolor nos enseñó”.
Sana rutina: Viglietti cruzará el charco por enésima vez para resignificar el sentido de aquel disco que conmovió a una generación esperanzada: Trabajo de hormiga. Era 1984, y en medio de la primavera política volvía de su extenso exilio. “Hay que tener una mezcla de paciencia y tenacidad, una perseverancia que me asombraba de niño, cuando en la quinta en la que me crié, la Villa María de la poeta Delmira Agustini, miraba a las hormiguitas con sus hojitas rumbo a su casa, para prepararse para los rigores del invierno”, dice, aún en Montevideo, y presto a zarpar hacia Buenos Aires. Leer nota.
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