“Estoy cada vez más exigente”.
‘‘Yo no fui la Kodama de Yupanqui, eh.” Susana Rocha –Suna– tiene un color dorado elegante. El sol de Córdoba hizo lo suyo en esa piel que parece alisada por efecto de esos aceites mágicos que se suelen usar. Luce relajada y, se le nota, tiene ganas de hablar. De lo tanto que le gusta agarrar la guitarra y salir a dar serenatas por el pueblo de su niñez (San José de la Dormida).
Pero siempre le pone un stop al rumor, nacido quién sabe cómo. “El me honró con su amistad... digo amistad para que se entienda, porque he escuchado comentarios donde se decía que había sido la querida de Yupanqui. Nada que ver. Sólo lo he acompañado en su soledad, en su enfermedad, durante los últimos años de su vida. Y me he regocijado con un ser tan inteligente y profundo. He podido sentir cómo late la tierra detrás de un hombre como ése”. Leer nota.
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