El alma del vino
Cantó, una tarde, el alma del vino en sus botellas:
"¡Hombre, a ti me dirijo, pobre desheredado,
desde mi prisión vítrea a mis lacres bermejos,
escucha la canción luminosa de hermano!
Sé bien que es necesario en la colina ardiente,
sufrir y sudar bajo el sol abrasador,
para engendrar mi vida y para darme alma;
pero yo no seré ingrato o malhechor,
continua aqui.
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