La gran herencia afrocubana.
El encuentro de dos generaciones logra plasmar el swing, el ritmo y la elegancia propios de la música popular de Cuba.
A veces lo que tiene que pasar pasa sólo con vericuetos del destino de por medio. Tenía que pasar que Bebo Valdés abandonara su exilio en Estocolmo, donde trabajaba haciendo música de fondo, como pianista de hoteles, y terminara revolucionando el jazz con las raíces latinas de las que fue protagonista. Tenía que juntarse a grabar con su hijo Chucho, otro referente del filin, creador de Irakere, esa máquina cubana del ritmo. Leer nota.
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