La afeitadora de Benedetti.
Juan Urbano se despertó con una gran sonrisa, porque había soñado que moría y a la mañana siguiente el poeta Antonio Gamoneda hablaba mal de él en los periódicos. Imagínense, tener el mismo enterrador que Jaime Gil de Biedma, Ángel González y Mario Benedetti: como para no estar contento. Peor estarán otros, si tienen que subirse a las tumbas para parecer más altos.
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