Hijo sagrado del solFrecuentemente, al claro fulgor de un reverbero
del cual bate el viento la llama y atormenta el vidrio,
en el corazón de un antiguo arrabal, laberinto fangoso
donde la humanidad bulle en fermentos tempestuosos,
se ve un trapero que llega, meneando la cabeza,
tropezando, y arrimándose a los muros como un poeta.
Completo aquí.
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