"He dejado de existir para que surja la música"
Cae la tarde en los bosques tropicales de Tijuca, que se extienden como un manto por los cerros de Río de Janeiro, y en la casona de João Bosco, (Ponte Nova, Minas Gerais, 1946) suenan, como un susurro, los acordes de una vieja canción. En el silencio de un salón parco en ornamentos, João acaricia, pensativo, las cuerdas de una guitarra de solera fabricada especialmente para él por el lutier japonés Shiguemitsu Suguiyama. Leer nota.
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