Los gorriones de la catedral
En una de mis últimas contratapas –desde Alemania– expresé mi alegría porque por fin se hacía justicia en un ámbito donde, por principio, la civilidad no intervenía: la Iglesia. Se habían denunciado ante la Justicia delitos sexuales de miembros del catolicismo en conventos y colegios. Y la prensa se hacía eco de ello y se informaba de hechos que desde siempre se callaban. Leer nota
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