Exigencia estética y compromiso ético
El escritor, fallecido a los 87 años en Lanzarote, fue poeta antes que novelista y antes que poeta, pobre.
Era el más hispano de los escritores portugueses contemporáneos. En eso, aunque sin cambiar de lengua, seguía una larga línea que incluye a autores clásicos como Jorge de Montemayor o Gil Vicente. De un verso de este último, precisamente, había sacado el premio Nobel el título de la novela en la que trabajaba hasta que la enfermedad lo dejó sin fuerzas. Alabardas, alabardas, espingardas, espingardas, de la que llevaba escritas unas 30 páginas, es una reflexión sobre el tráfico de armas a través de la historia de un empleado de una fábrica de armamento. Nota completa aquí
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