Concierto en la playa, baño nocturno y unos australianos desconfiados.
Cierro la maleta, me cuelgo la guitarra y voy en autobús a la estación de Atocha. En el ave, Deivid (mi amigo y mánager desde hace más de siete años) se duerme inmediatamente. El tren arranca a las 6:30 de la mañana, es el más barato del día, por eso estamos ahí. Dirección Tarragona, esta noche tocaré allí por primera vez y cuatro días después tocaré de nuevo en Barcelona (allí ya son muchos conciertos dados). Nota completa aquí.
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