Un millón de pobres y cinco ministros
Uno solo se deprime por falta de imaginación, y esa es una de las conclusiones a las que podrían haber llegado los asistentes al congreso sobre la felicidad que se ha celebrado en Madrid ayer y antes de ayer, y del que Juan Urbano salió igual que había entrado, absolutamente optéptico, que es la palabra de pega que él usa en broma para explicar su carácter paradójico, que es el de un optimista escéptico, alguien que sabe que, a pesar de todo, la alegría siempre merece la pena. Nota completa aquí.
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