Entrevista de Eduardo Aliverti.
–¿Cuando lo conociste al Che, estaba vestido de beisbolista?
–Guardaba sus ropas de guerrillero desde siempre. Se pasaba día y noche, y creo que hasta dormía vestido de guerrillero. Era, creo, en aquel momento, Ministro de Industria, unos meses antes de que se fuera al África. Era un aniversario de la Revolución. Yo integré una delegación uruguaya de tres personas, y pedimos una reunión con él para conocerlo. No era en ese momento esta figura mitológica que es hoy día. Incluso hubo gente que no entendió muy bien por qué pedíamos hablar con “el troskón ese”. Y fuimos. Yo pedí a mis dos compañeros de delegación, mayores que yo –porque era el mas joven, con 23 años–, permiso para hacer una pequeña locura al entrar, pero no les quiero decir qué voy a hacer. Sí, dale, me dijeron. Y él nos abrió la puerta diciendo: “los uruguayos, a ver, que pasen los uruguayos”, y yo entré primero y le planté en la cara un ejemplar de Granma, en la que él estaba en la tapa con el bate de béisbol, y le dije traidor. Al principio, se quedó estupefacto. Se sacó de la cara, vio qué era lo que yo le mostraba y se empezó a reír. Y no pudo parar de reír, y cuando dejó de reír, me pegó en la espalda y me dijo: “Es la primera vez que alguien me llama traidor y sigue vivo.” Se supone que entrábamos por diez minutos, nunca más, y estuvimos tres horas. Nota completa aquí.
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