Compro oro
Compro oro. Papeletas de empeño.
Discreción garantizada. El cartel estaba allí colgado,
en los hombros del hombre,
lo mismo que si fuera una promesa
o un billete de banco que pudiera
arreglar cualquier necesidad: el hambre o el colegio
del niño, el pan de cada día. Ese trabajo
que no acaba de llegar, el de los besos
el de la noche en paz,
la entrada de los cines o el café
de la tarde contigo, vida mía. Completo aquí.
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