Las uvas de septiembre
Hace mil años no sé qué hubiera dado
por comerte entera y sin pelarte
lo mismo que si fueras las uvas de septiembre.
No sé qué hubiera dado, niña tímida y frágil,
por sentir esos ojos nublados del deseo
fijamente clavados en los labios del beso
o riendo después de haberte amado.
Completo aquí.
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