De mayo a mayo y se acabó el 68
Mayo es un buen mes para las insurrecciones y resulta tentador, ahora que las calles arden otra vez, dejarse llevar por la búsqueda de semejanzas con aquella paradigmática revolución de 1968. Pero no. Ya no. Afortunada o desafortunadamente el 68 ha muerto.
Cuando mi hermano Ismael y yo escribimos Papá, cuéntame otra vez (y de eso hace casi ya 20 años) pretendíamos ironizar sobre una generación que, tras legarnos una iconografía épica de imborrable belleza, se echó en brazos del sistema renunciando a todo sueño posible. Pero es que, además, con el tiempo hemos descubierto que, en parte, tenía razón Pasolini cuando escribía "de qué hablan los jóvenes de 1968 / de las melenas bárbaras y las chaquetas eduardianas / (...) anarquistas rubiecillos que confunden con perfecta buena fe / la dinamita con su buen esperma / (...) rebeldes enfermos de esnobismo burgués". Nota completa aquí.
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