Cuento de invierno. Allegro molto vivace
Sobre el mástil de ébano la muchacha desliza los dedos y el violín se lamenta por tanta ausencia. Ella siente vibrar la madera junto a su rostro y el mundo se derrumba sobre las aceras. El cremonés Antonio Stradivarius lo fabricó en su taller de la Piazza San Domenico a juego con otro violín, una viola y un violoncelo que desparecieron al poco de ser comprados, ardiendo en otro palacio, en otro invierno. Eran años fríos aquellos en los que el famoso luthier trabajaba en sus mejores instrumentos y quizá fue el mal tiempo lo que hizo que los árboles regalaran su mejor madera para construir las cajas de tan preciados violines. Cuento completo aquí.
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