
Pilar del Río (Sevilla, 1950) nunca fue pequeña ni lo quiso ser. Ni en casa es la mayor de 15 hermanos, la mayoría dedicados al alma: psicólogos, antropólogos y hasta un cura ni en la vida, para la que le sobran ideas, como dijo su marido, el Nobel José Saramago. Siempre fue grande y pensó a lo grande en un mundo chico, estrecho y represivo, en el que su madre siempre estaba embarazada y su padre, agente de seguros y piloto, representaba a Dios y a Franco. Por eso esta andaluza, periodista de profesión y presidenta con a de la Fundación José Saramago, quería de pequeña ser misionera. Para ir más allá, suprimir las fronteras, ser libre. Nota completa aquí.
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