Bienvenido, Invierno.
Mañana grabo algunas guitarras. Estos son días largos. Y, a veces, me siento como el muchacho que grita tu nombre al otro lado de la calle. Más allá de los coches, tú, recorres la otra acera, con tu mirada de cerezo y niña perdida. El tránsito, el estrépito de una ciudad efervescente devora la voz del muchacho y sigues tu camino de nieve camino a donde todo termina. Sin oír su grito, sin ver su rostro. Nota aquí.
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