
Veo con retraso la última película de Benito Zambrano, La voz dormida, adaptación de la novela de Dulce Chacón. Aunque iba prevenido por alguna mala crítica y por la polémica (excesiva dureza narrativa, patetismo, unos malos muy malos…), el argumento no sólo me conmueve, sino que me invita a identificarme con el tono adoptado por el director. Una mirada al mismo tiempo literal y sentimental sobre el drama de la inmediata posguerra tiene sentido en un país como España, tan confuso y turbio en el reconocimiento de su Historia. Crónica aquí.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario