viernes, enero 06, 2012

Eduardo Galeano

El cantor
Cuando Alfredo Zitarrosa murió en Montevideo, su amigo Juceca subió con él hasta los portones del Paraíso, por no dejarlo solo en esos trámites. Y cuando volvió, Juceca nos contó lo que había escuchado.
San Pedro preguntó nombre, edad, oficio.
–Cantor –dijo Alfredo.
El portero quiso saber: cantor de qué.
–Milongas –dijo Alfredo.
San Pedro no conocía. Lo picó la curiosidad, y mandó:
–Cante.
Alfredo cantó. Una milonga, dos, cien. San Pedro quería que aquello no acabara nunca. La voz de Alfredo, que tanto había hecho vibrar los suelos, estaba haciendo vibrar los cielos.
Y Dios, que andaba por ahí pastoreando nubes, paró la oreja. Y contó Juceca que ésa fue la única vez que Dios no supo quién era Dios.
Bocas del tiempo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario