domingo, enero 01, 2012

Luis García Montero

El país, con la democracia real.
Los últimos días del año, entre aplausos y lágrimas, nos invitan a una reflexión seria sobre la democracia. Las lágrimas suponen una expresión natural de las emociones humanas. El aplauso es un acto social de reconocimiento. Cuando lágrimas y aplausos suenan a hueco, hay algo que necesita ser discutido con sinceridad. Está en juego la degradación privada y pública de nuestra convivencia. Crónica aquí.

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