Su irresistible seducción.
Para iniciar con alegría y con esperanza este nuevo fin de semana quiero dedicar un pequeño, pero apasionado, "cuelgue" a Samuel Vidal, uno de nuestros más jóvenes y admirables guitarristas.
Samuel cultiva la magia –nada fácil– de acariciar las cuerdas de su guitarra extrayéndoles auténticos sentimientos, latidos, "quejíos" y hasta palabras...; ¡sí palabras!...; porque Samuel consigue humanizar su música impregnándola de sueños y de silencios interiores que –infiltrados en los sonidos de su guitarra– consiguen seducirnos irresistiblemente y sugerirnos todo tipo de evocaciones y de confidencias...Nota aquí.
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