El caso Urdangarín
Casi veinte horas con Iñaki Urdangarín. El juez Castro va a memorizar cada uno de sus gestos, de sus rasgos, de esa impavidez fría de las respuestas ensayadas durante horas, igual que las jugadas de la cancha, para no permitir ni una filtración, ni una sola hendidura del discurso aprendido. La gente ya ha juzgado como culpable a Iñaki Urdangarín, a pesar de su retórica gélida, de su pasado más o menos simpático como jugador internacional de balonmano, porque parece definitivamente probado que, independientemente del resultado final, ha habido un tráfico de influencias. Crónica aquí.
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