Todo lo que te debo Te debo las palabras y los besos.
Te debo los cafés de madrugada.
La sal de tu sudor cuando te amaba.
El sabor a tabaco de tu boca.
El vino tinto cuando me decías:
“Beberé siempre vino
y así sabré que eres
tú mismo quien me entra por los labios”.
Completo
aquí.
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