Lo mejor que tienen los conciertos no masificados y, en particular, los que se celebran en las pequeñas salas o locales donde los "cantautores" presentan y dan a conocer sus trabajos –al tiempo que buscan algunos medios, aunque sean mínimos, para poder ir sobreviviendo–, es que con frecuencia se convierten en conciertos íntimos y familiares en los que se producen sorpresas y encuentros inesperados. Eso fue precisamente lo que ocurrió el pasado lunes, día 2 de abril, en el concierto que protagonizaron Alfonso del Valle y Manuel Cuesta, en Libetad 8 y del que hoy no voy a realizar una crónica, sólo me voy a limitar a contar, o a transmitir, algunas de las sorpresas y encuentros que me asaltaron aquella noche de forma inesperada. Crónica aquí.
miércoles, abril 04, 2012
Fernando Lucini
Lo mejor que tienen los conciertos no masificados y, en particular, los que se celebran en las pequeñas salas o locales donde los "cantautores" presentan y dan a conocer sus trabajos –al tiempo que buscan algunos medios, aunque sean mínimos, para poder ir sobreviviendo–, es que con frecuencia se convierten en conciertos íntimos y familiares en los que se producen sorpresas y encuentros inesperados. Eso fue precisamente lo que ocurrió el pasado lunes, día 2 de abril, en el concierto que protagonizaron Alfonso del Valle y Manuel Cuesta, en Libetad 8 y del que hoy no voy a realizar una crónica, sólo me voy a limitar a contar, o a transmitir, algunas de las sorpresas y encuentros que me asaltaron aquella noche de forma inesperada. Crónica aquí.
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