jueves, abril 05, 2012

Joaquín Carbonell

Que suerte, Dios no existe
Me estremece la noticia que veo en todos los informativos, de la señora que acaba de encontrar a su hija. No la había perdido. Se la habían raptado. Se la habían robado. ¿Unos delincuentes mafiosos, quizás? En el fondo, sí. Una mafiosa delincuente. Una mujer de Dios. Una monja. Nota aquí.

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