Zitarrosa
En el aniversario de Guitarra negra, terrible maravilla.
Flaco y de negro, el cantor engominado,
–la guitarra cruzada sobre el pecho–
canta con voz de otro, tan derecho
y formal como el verso bien rimado.
Puntean ligerito, a su costado
violas conversadoras. Cuentan hechos
y deshechos de Stefanie, de Becho,
del fluvial loco Antonio, desvelado.
Y si le crece una dulce amargura,
al trovar por milonga el inventario
de males de amor y dictadura,
su negra bordona copa el escenario.
La voz de Zitarrosa: llama oscura
del canto verdadero y necesario.
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