La templanza.
Aunque desde hace diez años Susana Trimarco es un nombre público en la Argentina, y aunque ese nombre devino con el tiempo en el símbolo de la lucha contra la trata de personas, esta semana ella se resignificó de un modo abismal. Hubo un país que la miró no llorar cuando absolvían a los trece acusados por el secuestro y la desaparición de su hija. Que la miró recibir ese golpe con los ojos abiertos y secos de quien ya ha llorado toda la medida de lo humano. Un país miró esa enorme capacidad de impacto, y la reacción que inscribe a Susana Trimarco en la saga argentina de las madres en lucha. De eso tenemos una tradición. Nota aquí.
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