
Leyenda culinaria de estas tierras, el creador de El Palacio de la Papa Frita reinventó con el Gato Dumas los restaurantes porteños.
Habla de la Buenos Aires que descubrió a fines de los 50, cuando escapaba del mandato de convertirse en sacerdote jesuita (ya licenciado en Filosofía y Teología, con el seminario completo y a una semana de ordenarse, sí). Ramiro Rodríguez Pardo tenía 21 años cuando llegó a la casa de su tío y padrino, José Pardo, entonces dueño de dos restaurantes, una confitería y un hotel. Nota aquí.
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