
Ismael Serrano cantó por primera vez en Cuba. Sin publicidad apenas, en un teatro cálido pero demasiado chico para tanta obra, el cantautor nos trajo su música y su inmensa poesía, desgranó anécdotas sugerentes, hilarantes, reflexivas y se ganó al privilegiado público que pudo hacerse con una de las escasas butacas del auditorio del Museo de Bellas Artes. Afuera, bajo la lluvia, decenas y decenas de personas quedaban frustrados en el intento de asistir a un espectáculo memorable. Crónica aquí.
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