lunes, septiembre 09, 2013

Salvador Allende

Las grandes alamedas
Ni que se haya convertido en la fecha de la caída de las Torres Gemelas evitará que –para nosotros, para los hombres y mujeres de América latina– el 11 de septiembre sea la fecha del golpe de Estado más detestable de los tantos que padecimos. Se trataba de un gobierno elegido democráticamente. Se trataba de un país con un ejército que –a diferencia de los de nuestro continente– había sido guardián del orden constitucional. Se trataba de un presidente que era un hombre noble, con ideas e ideales, un hombre honesto y un hombre valiente. Había tenido un gran apoyo de las masas obreras. Y una queja constante, un repudio sin tregua, del MIR, el principal grupo armado de Chile. Finalmente, todos los sectores de la sociedad –menos los obreros– se unificaron para voltearlo: el ejército, los medios de comunicación, los gremios, las clases altas, las clases medias y –con un empeño criminal, furibundo– los Estados Unidos de Nixon y Kissinger. Las clases medias inauguraron la modalidad de salir a la calle con cacerolas y atronar el país pidiendo la renuncia de Allende. Nota aqui.

1 comentario:

  1. Resulta para mi un orgullo pese a no ser chileno que la historia de la humanidad haya conocido a un heroe como Allende. Desde España estoy orgulloso (sera orgullo ajeno), del presidente que Chile tuvo y espero que los chilenos tengan la fuerza y el valor que a los españoles nos falta para que la libertad no quede sepultada por unos pocos cobardes embrutecidos.

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