Javier Krahe
El soneto suele ser una prueba de fuego para los poetas. Su rima estrecha y su estructura fija retan la libertad de cualquier mundo personal. Hay que tener mucha energía lírica para no acabar corriendo con la lengua fuera detrás de las exigencias de los cuartetos y los tercetos. Sólo los autores más fuertes consiguen someter las rimas de la estrofa a su capacidad de mirar y decir la realidad. No se desnudan por exigencias del guión, sino que matizan, perfilan, eligen, imaginan, hasta ponerse o quitarse la ropa que ellos mismos quieren. Crónica aquí.
Por Luis García Montero
¡Un grande!... Bueno dos.
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