Delirio.
Cuantas veces al oído he implorado a la razón,
en las noches de presagios y cometas.
Las estrellas al amparo de un espacio inagotable,
dibujando un infinito océano de caricias,
y de besos que dejaron en la almohada la pureza
del perfume apasionado de una eterna despedida.
Crónica aquí.
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