CIEN AÑOS DE GARCIA MARQUEZ
Ha muerto un hombre de doscientas pulsaciones por minuto y la memoria a cuestas. La memoria es el fajo de la edad en la escritura táctil en su vieja Olivetti, todo un billetero de segundos sombríos, de la luz sideral en la gota de lluvia, en el cofre de alquimia. Gabriel García Márquez se miró a sí mismo una tarde caliza, decidió abandonar el bosque insomne de los periodistas para intentar vivir en su espesura, y logró perdurar. Ya se lo dijo Gertrude Stein a un jovencísimo Ernest Hemingway: "Para escribir una novela, primero tienes que abandonar el periodismo, donde sólo hay palabras. Y la literatura no se trata de eso". Crónica aquí.
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