jueves, mayo 01, 2014

Rodolfo Serrano

Medicina

Y no es verdad. Tampoco hay amor que consiga
derrotar los dolores de la carne cansada.
Esa punzada viva que te atraviesa el pecho,
o, pura y simplemente, el amargo mareo
de una resaca infame al levantarte el lunes.

De dolores mayores también está probado
que no hay pasión alguna capaz de aniquilarlos.
Que no hay beso que pueda, en cualquier madrugada,
anular el aullido de una muela maldita,
ni unos labios que venzan a un infarto y su angustia.

Completo aquí.


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