martes, marzo 10, 2015

Pablo Guerrero

Aún un chiquillo pasmado

Pablo Guerrero reivindica su voz sabia, frágil y pausada en 'Catorce ríos pequeños', una carta de amor a la naturaleza

Como buen poeta, Pablo Guerrero siempre ha sido un ser humano singular. Él mismo ya lo barruntaba de chico, cuando los titiriteros recorrían las calles de Esparragosa de Lares, el depauperado pueblito de la Siberia pacense que lo vio nacer. “A mí la curiosidad me ha salvado la vida: ya entonces era un chiquillo pasmado”, rememora hoy con los ojos bañados por la luz del invierno. El niño Pablo canturreaba canciones de trilla, matanza o vendimia, incluso de aquellos carnavales que, por algún milagro, nunca llegaron a prohibirse. Pero nada le emocionaba tanto como aquel muchacho saltimbanqui que, pies en alto, sostenía una escalera para que la cabra la subiera y bajase con gracilidad. Nota aquí.


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