VÉRTIGO
Nunca conocí el vértigo
hasta que me dejé caer en ti.
No es la altura.
Es la velocidad punta
que alcanzan los latidos,
entre las costillas,
cuando tu aliento me recorre la piel,
cuando me desnudas sin tocarme.
La ligereza de abandonar el lastre,
atado al cuello,
para lanzarme por tu abismo
con la esperanza de ser capaz
de desplegar mis alas
si se acerca demasiado el suelo.
hasta que me dejé caer en ti.
No es la altura.
Es la velocidad punta
que alcanzan los latidos,
entre las costillas,
cuando tu aliento me recorre la piel,
cuando me desnudas sin tocarme.
La ligereza de abandonar el lastre,
atado al cuello,
para lanzarme por tu abismo
con la esperanza de ser capaz
de desplegar mis alas
si se acerca demasiado el suelo.
Completo aquí.
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