sábado, septiembre 12, 2015

Yoani Sánchez

Leopoldo López, el prisionero más libre del mundo.

Lo conocí y era imposible no notarlo. Sobresalía entre todos: joven, con una energía impresionante y una inteligencia que hacía prever que llegaría lejos. Ayer lo condenó a 13 años y nueve meses un tribunal tan parcial como malintencionado. Al escuchar la sentencia calculé la edad que tendrían sus dos hijos cuando él saliera de la cárcel, pero de inmediato me paré en seco. Leopoldo López no cumplirá esos años tras las rejas, me dije, como tampoco defraudará la primera impresión que tuve de él.
Los autoritarios no aprenden. No se dan cuenta de que los barrotes engrandecen a un líder político y el dolor sufrido en el calabozo se cuelga a su pecho como una medalla ganada en el más cruento campo de batalla. Leopoldo saldrá de ahí robustecido, mientras al otro lado, un miedoso Nicolás Maduro no sabrá qué hacer con el prisionero más libre del mundo. Cada día que pase tras las rejas este venezolano le colgará como un peso vergonzante al agónico chavismo. Crónica aquí. 


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