Jaime Gil de Biedma: inédito, íntimo, abrumadoramente honesto
Jaime Gil de Biedma (1929-1990) empezó a escribir un diario para "adiestrarse en la prosa" y, de paso, ponerse en orden. Era 1956 y estaba viviendo probablemente la etapa de mayor metamorfosis de su vida. Una transformación marcada por un viaje a Manila, donde el poeta se mudó para trabajar en la Compañía General de Tabacos de Filipinas, dirigida por su padre. Y donde trabajaría toda su vida.
El joven burgués de Barcelona criado bajo el yugo del relato oficial de los vencendores se ponía en contacto por primera vez con una nueva realidad que, según se desprende de sus líneas, le provocó una ruptura interior. Esa grieta empujó, quizá también por un instinto tan básico como la autoconservación, a iniciarse con un relato de cotidianeidad cuya escritura se mantuvo, con las pausas precisas, hasta 1985. Nota aquí.
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