"Mucho me temo que Montoro sigue pisándome los talones"
El artista, que publica un libro de dibujos, nos invita a su casa y se sincera sobre sus cuitas artísticas, financieras y emocionales
Son dos pisos ubicados en un edificio cerca de la madrileña plaza de Tirso de Molina. Un tercero y un cuarto. Unidos por una escalera que estos días su propietario no puede bajar. Es el hogar de Joaquín Sabina, un lugar casi mitológico sobre el que circulan fábulas y leyendas. En las paredes no hay prácticamente un centímetro cuadrado libre. Es tan museo como casa. En un sofá del piso superior Sabina apura el enésimo Ducados de la mañana. Recibe, pero no por vanidad, sino porque estos días, convaleciente de una operación entre seria y grave, sólo está para recibir. Nota aquí.
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