Los labios atemporales
La antigua escudera de Sabina se estrena por fin en el Café Central con un repertorio sereno
Hay un halo de atemporalidad en todo lo que pasa por las manos, por los labios de Olga Román. El mismo que inspira hasta su presencia corpórea, con esa madurez de edad indescifrable (no hagan trampa rebuscando en Google) que se traduce en emoción serena, en una voz que vibra rotunda pero brota con naturalidad y sin esfuerzo. Ya tocaba que Román invirtiera una semana en el Café Central, que el sábado lucía abarrotado y radiante con ese revolutum impagable de adeptos, guiris y curiosos. Ella no escatimó sonrisas ni agasajos, firmó discos por docenas y dio siempre la impresión de encontrarse a sus anchas; incluso cuando compartía micrófono con su bajista, Paco Bastante, para armonías vocales tan cuidadas como las de Desde entonces o Eso y todo lo contrario. Nota aquí.
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