lunes, abril 11, 2016

Joaquín Pérez Azaústre

La violinista del puente

Yo tuve una granja en Africa. Así comienza el sueño, su implosión de belleza. Las imágenes se suceden sobre el lienzo caído, en la lona del cine: vemos a los leones dorados en la tarde, serenos en sus mapas de relajada majestuosidad, mientras un violín nos va llevando en su calma encendida, con su sabia pereza. Algo comienza aquí y algo termina, porque la escritura de Isak Dinesen se levanta en el rostro seguro y confiado de Meryl Streep, y Denys Finch-Hatton vuelve de su viaje con el pelo revuelto en el flequillo rubio de Robert Redford; y miramos y estamos confiados, porque asistimos al hilo del relato que nos sigue embriagando, aunque conozcamos su final, porque las llanuras del poema musical que aparece nos llevan grácilmente hacia un mundo más puro, más salvaje y más libre. Sin embargo, estamos ante una nueva versión de Memorias de Africa: la que ofrece la artista Klara Gomboc, conocida como la violinista del puente, al inicio de su discoExtasis , que tiene algo de libre albedrío único, de sonoro sollozo, en la ligereza de unos pasos que se adentran en su verdad más honda. Nota aquí.


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