Llora el tango: murió Raúl Garello
Gran bandoneonista, director y compositor, fue uno de los grandes de nuestra música porteña por excelencia.
"Cuando escuché el bandoneón fue algo mágico", le contó el maestro aClarín en julio de 2012, a propósito de un homenaje al eterno Aníbal Troilo. “Lo que me sedujo del bandoneón fue su sonido. Cuando lo escuché por primera vez, muy de pibe, fue como decir: ‘Ya está, es esto.’Fue algo mágico, visto a la distancia. Casi de inmediato me fui a estudiar sin avisar en mi casa. Tendría unos 11 años. Desde entonces, tocarlo siempre fue un hermoso desafío, porque es un demonio que no se deja domesticar. Y en eso, Troilo fue una especie de sacerdote mayor. En sus obras no había ni una nota de más, ni una de menos. Sabía muy bien lo que quería. Cuando me propuso que escribiera para él, yo no lo podía creer. Ahí conocí la otra parte de Pichuco. Sin el público, ni la mujer, ni nadie: el solito". Nota aquí.
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