Café Gaudí
Esa persiana roja de Gaudí, cerrada hasta el silencio, ha sido un golpe bajo en el paisaje anímico de calle. Gaudí, el último y primer gran café contemporáneo en Córdoba, era el único local al que podías llegar a cualquier hora, y hasta altas horas, no solo a tomar algo, sino también a hallar el sustrato de las conversaciones y la estupenda cocina, abierta en esas horas en las que en ninguna parte había cocina. Estaba la belleza icónica del sitio, decorado por Carlos Cabeza, esa enorme barra de herradura con su amplitud de fuste vertical, pero también el aire de una edad tardía y nebulosa, porque Gaudí se inauguró hace 28 años, pero se abría a otro tiempo: su esplendor de cafés, representado en ese claroscuro de madera que iba multiplicando nuestros rostros en un fondo de espejo. Nota aquí.
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