El personaje en estado puro
El cantautor de Ubeda retoma al perdedor reventado de tantas de sus historias, pero ahora recostado en las cicatrices de esos años agitados. Y en su retorno ofrece canciones pegadizas y leves, sin pretensiones y por eso disfrutables.
Hacía siete años que Joaquín Sabina no editaba un disco de estudio, después de aquel Vinagre y rosas que llegó como una resurrección, tras el accidente cerebro vascular que lo había dejado al borde de la muerte. Reforzado en su estilo y en sus modos, Sabina suena en sus canciones afianzado en el personaje de perdedor reventado. Aunque esta vez acusando el golpe de los años, o más bien recostado en las cicatrices que dejaron esos años, y que ahora le permiten ser expuestas para retomar un rumbo de buenas canciones. Como sea, Sabina vuelve para decir Lo niego todo. Así se llama el disco que ya distribuyó en la Argentina Sony, el décimo octavo de la carrera del cantautor de Ubeda (a los que se suman cinco en vivo y tres recopilatorios, y entre los que se cuentan los dos que grabó con Joan Manuel Serrat). Nota aquí.
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